Andrés Calamaro: "Veo mucha limpieza ahí fuera"

Calamaro habla despacio. Se retoca la melena, juguetea con las gafas de sol, mira a un lado y al otro. No para. Agita un paquete de tabaco y descubre un porro a medio fumar. Entre frase y frase lo saborea. Sin encenderlo.

Está en Vigo para presentar su nuevo disco en solitario, "Alta Suciedad", grabado entre Madrid, Nueva Jersey, Nueva York y Miami. Antes de las preguntas de rigor, recuerda anteriores estancias en la ciudad.

– Estuve aquí muchas veces, con Los Rodríguez y el año pasado de gira con Joaquín Sabina. Me encanta Galicia. La gente es muy divertida y cariñosa, alguna me escribió después de asistir a nuestros conciertos. Siempre quise hacer una gira gallega. Con Los Rodríguez podíamos haber tocado 15 veces.

– ¿Cuándo nos presentarás en directo "Alta Suciedad"?

– Ahora estoy ensayando con los nuevos músicos, porque en el disco colabora tanta gente que resulta muy difícil reunirlos a todos. Antes de Navidad empezaremos la gira, primero por Argentina y Uruguay y después por España. A ver si en febrero o un poco más adelante puedo acercarme a Vigo. El invierno es bueno para el rock.

–  ¿Cómo surge este trabajo en solitario? ¿Lo tenías pensado antes de la separación de Los Rodríguez?

– Cuando empecé a escribir los temas no pensaba editar un disco. Solo trataba de descubrir canciones próximas, como podría hacerlas para Los Rodríguez. En la gira con Sabina ya pensé directamente en una grabación. Comencé por las baterías, yo creo que es una manera de conectar con lo más negro del rock'n'roll. Quería recuperar el "roll", la rueda, esa clase de arquitectura que hay en músicas como el funky.

– ¿Cuál es la principal diferencia respecto a los discos de Los Rodríguez?

– La música depende de las épocas. En este caso, la soledad tuvo mucho que ver. Hice el disco en compañía de mi propia soledad, desde las letras a la música y la propia grabación. Esa fue la inspiración, la pieza metafísica de este trabajo.

– ¿Y lo de "Alta Suciedad"?

– El título funciona como título de una canción. Es el primer corte del disco, un rock duro, metálico, algo más crítico que el resto de las canciones. "Alta Suciedad" es una ironía, una broma por aquello de la "alta fidelidad" que se decía de los vinilos. Está dicho con orgullo: veo demasiada limpieza por ahí fuera.

– La portada parece un homenaje a Bob Dylan...

– ¡No sé qué va a pensar el fotógrafo! Lo cierto es que soy todo un seguidor de Dylan. Se pueden escuchar sus canciones, tenerlo como referencia musical. Pero yo estoy enfermo, sigo comprando todos los libros que sacan de él.

– Por cierto, ¿qué opinas del concierto que ofreció este fin de semana con Juan Pablo II?

– Vos sabrás que Dylan grabó tres discos totalmente cristianos, se convirtió. Pero no sé si su participación en ese concierto es una cuestión comercial o espiritual. Supongo que lo habrá hecho por honor y por dinero. Algo así como el boxeador de Pulp Fiction, que se deja sobornar para perder la pelea pero apuesta a su favor. Fue el chico que convidó por primera vez a los Beatles a un canuto, y el domi ngo tocó para el Papa. Se puede permitir esos lujos.

"Me acusan de un delito que cometo a diario, pero no me quita el sueño"

– La justicia argentina abrió un proceso contra usted por incitar al consumo de cannabis durante un concierto ante 100.000 personas. ¿Cómo acabó aquello?

– Es increíble, el proceso sigue abierto. Me acusan de un delito que cometo a diario, con la complicidad de mis amigos y del 60 por ciento de la población española. En fin, no me quita el sueño porque necesito dormir pocas horas.

– ¿Cómo es que el gran pope de la legalización en España, Antonio Escohotado,  colabora en el disco?

-Yo soy anti-prohibicionista. En ese sentido, los debates y conferencias de Escohotado me abrieron mucho los ojos. Es un antiprofeta. Me lo presentaron los chicos de Mil Dolores Pequeños, hablamos de música, de rock, y nos hicimos amigos. Un viernes por la noche vino a mi casa y grabamos "Nunca es igual", una especie de jam-session de reggae-dub. Su texto le dio más profundidad y valor a la canción.

– En "Alta Suciedad" pareces más comprometido con la música que con las letras...

– Es que veía venir una fama de cantautor de la electricidad que... Intenté romper con las formas de la canción rock tradicional. De hecho, busqué terrenos donde desarrollar la arquitectura de los instrumentos. Temas como "Flaca" o "Loco" se salen del formato clásico, aunque otros como "Media Verónica" o "Elvis está vivo" presentan más alarde de ingenio verbal.

El dudoso futuro de Los Rodríguez

Oficialmente, la separación de Los Rodríguez –uno de los mejores grupos de rock hispano de los 90– no es definitiva. Pero su teclista y compositor Andrés Calamaro ve muy difícil la continuidad: "Uno tiene que hacer lo que quiere, lo que puede y lo que sabe. Esto de Los Rodríguez estuvo muy bien en su momento, pero llegó un punto en que costaba seguir tocando y mantener el buen humor (...) Por ahora no hay planes ni deseo de continuar. No sé lo que pasará en el futuro, pero sinceramente, creo que no. Hay que estar muy seguro para superar las diferencias de ego y los problemas comerciales". Pese a todo, se siente satisfecho del resultado de la ruptura, "porque en este año podía haber salido un disco de Los Rodríguez y resulta que habrá dos, el mío y el de Ariel Rol, que saldrá muy pronto".

Calamaro ha entrado en una fase de trabajo solitario, autogestionado, casi egocéntrico: "Me considero un demo-master, mi especialidad son las maquetas. Trato de ponerlo todo ahí, en las grabaciones que hago en casa. Cuando fui a Nueva Jersey para grabar este disco me llevé las maquetas como consulta. Fueron una referencia, los músicos las utilizaban como un guión antes de ensayar".

Posteriormente, viaja con las prueba de guitarra, teclados, vientos, chelos, percusión y coros. De ahí a Miami, para mezclar y remezclar. En total, tres semanas. ¿Resultado?: "Un disco lleno de nostalgia y contrabando, un disco para disfrutar con los cinco sentidos", dice Calamaro.

Publicado originalmente en FARO DEL OCIO (FV), el viernes 3 de octubre de 1997