En la Barcelona de los 90, cuatro jóvenes seguidores de bandas como Nacha Pop o Radio Futura descubren por medio del festival Sónar la música electrónica. Deciden poner en marcha su propio grupo y fusionar ambos estilos: el pop español de los años 80 y las tendencias de baile. Nace así Dorian, un cuarteto cuya original propuesta enseguida llama la atención de la escena independiente.
En 2003 debutan con “10.000 Metrópolis”, un álbum que posteriormente remezclarían varios DJ’s. Con motivo de la presentación en directo de su trabajo “El Futuro no es de nadie” (PIAS, 2006), nos atiende el vocalista, Marc.
– ¿Cómo es vuestro directo?
– Somos un grupo de pop que actúa con una batería electrónica, ordenadores y secuenciadores, pero también guitarras y bajos, y eso nos da mucha fuerza en vivo, la potencia de un grupo de rock.
– Han pasado varios meses desde que salió el disco, pero es ahora cuando iniciáis la gira para presentarlo...
– Ya tocamos en Madrid, Barcelona y Levante, donde tenemos muchos fans, pero la gira nacional empieza después porque preferíamos que el disco sonara y el público absorbiera el mensaje de las canciones.
– “Cualquier otra parte” ha calado, suena en todas partes. ¿Sorprendidos?
– Sabíamos que teníamos algo especial entre manos, pero no esperábamos la que se armó. Probablemente es el tema en español más pinchado en el ámbito “indie”, en clubes de pop, de electrónica, incluso otros más comerciales... “Cualquier otra parte” nos ha permitido ampliar nuestro público.
– ¿Cómo surgió el tema?
– La canción habla de cuando tratas de salvar a una persona que está sumergida en una depresión, y de la impotencia que supone darte cuenta de que las palabras no bastan. La canción intenta aportar alegría a través de la música. La persona que intenta salvar a la otra, lo hace a través de una canción de 3 minutos y medio que le saca la sonrisa.
– ¿Sería ese un resumen de la filosofía del grupo? Lo digo porque vuestras letras hablan de un mundo sombrío, mientras la música llama a redimirse a través del baile.
– Planteamos una contradicción: por un lado tenemos unas letras crudas, directas, que hablan de una realidad social de la juventud española: el trabajo precario, el elevado precio de los pisos, la falta de competencia de los políticos, su desconexión con la calle... Por otro lado lo planteamos en un contexto de música de baile, que invita a desinhibirse y disfrutar.
– “El futuro no es de nadie”, decís. ¿Es una queja o un grito de esperanza?
– Las dos cosas. A nuestra generación no nos ha sido dada la posibilidad de plantearnos el futuro a medio o largo plazo. Así que nos hemos acostumbrado a vivir en un presente constante, a construir nuestro día a día en medio de la inestabilidad. Y hemos aprendido a vivir así, incluso a ser felices en esa inestabilidad. No es un mensaje deprimente, sino realista.
– ¿Y eso es bueno o malo?
– Es lo que es. La generación de nuestros padres sí tenía expectativas de futuro, podían comprar un piso, tener hijos, tener contratos fijos. Nosotros debemos vivir el día a día y nos hemos acostumbrado a ello. Por esa razón se dice que nuestra generación es hedonista.
– Y de ahí la típica acusación: “Jóvenes, sólo sabéis divertiros”.
– Por lo menos, divertirnos. Qué vamos a hacer en las circunstancias en que estamos. O nos divertimos o nos amargamos. Pues vamos a disfrutar de la vida.
Publicada originalmente en VISADO el 9 de febrero de 2007