Sabino Méndez: “Ahora tengo una banda de amigos“
“Cadillac solitario”, “Rock’n’roll Star”, “Quiero un camión”, “La mataré” o “El rompeolas” son algunos de los temas que auparon a Loquillo y Los Trogloditas a la primera fila del rock estatal en los años 80. Su compositor, el guitarrista Sabino Méndez, se escondía entonces entre las sombras del escenario. En 1989 –en pleno éxito– decidió abandonar la banda.
A finales de los 90 regresaba al panorama musical con “El día que murió Marcelo Mastroianni” (Al.leluia, 1998), primer disco que edita con Los Montaña, sus nuevos compañeros de viaje. Con tal motivo los vimos en directo en la sala Metropol de Tui. Supuso una oportunidad única, ya que la gira estaba dando sus últimos coletazos.
– Estamos casi al final. Tanto Los Montaña como yo trabajamos en otros asuntos, no queremos tener una dedicación profesional a la música sino combinar la mejor parte de la profesionalidad con la independencia. En principio eran sólo ocho actuaciones pero al final hemos desfilado por toda España, en locales pequeños. No me esperaba que tuviéramos tan buena acogida y que se hablara tanto de mí – explica Sabino.
– ¿A qué te has dedicado durante todos estos años?
– Estuve terminando la carrera de Filología, trabajando en una productora, escribiendo artículos para revistas como "Ruta 66" y "Motociclismo"... Cuando dejé Los Trogloditas no tenía nada claro qué hacer. Me pasé un par de años reflexionando, aunque nunca paré de componer y tocar. En 1993 llegué a la conclusión de que si quería sacar a la luz esas canciones tenía que cantarlas yo. No encontraba un cantante a mi gusto, con todos los que probaba se repetía la misma historia que con Loquillo: entendían sólo a medias lo que yo quería hacer. Por eso me decidí a cantarlas yo. Al principio lo pasaba fatal porque me moría de vergilenza, pero poco a poco fui cogiendo soltura.
“Me he vuelto a meter en medio del huracán de una manera muy natural”
– ¿Cómo conociste a Los Montaña?
– Fue en Sitges, donde vivo. Durante un par de años seguí montando grupos en Barcelona, me daba la impresión de que allí había más músicos. Moví varias maquetas por las multinacionales pero ninguna mostró interés. Los Montaña ya estaban formados y curiosamente tenían las mismas obsesiones musicales que yo. Tocamos por el placer de hacerlo, en bares de amigos los fines de semana, y la cosa fue creciendo. A principios del 97 actuamos en Barcelona y Madrid, de ahí surgió el contrato con la discográfica Al.leluia. Me he vuelto a meter en medio del huracán de una manera natural.
– ¿Te resultó difícil volver a la escena?
– No. Recuerdo que poco después de dejar Los Trogloditas salí en un programa de TV (Plastic) para tocar "María" y algún otro tema. Lo pasé tan mal, sufrí tanto que no me apeteció volver a hacerlo. Pero después todo surgió de forma muy natural, tocando con Los Montaña y otra gente por sitios pequeños, generainiente con otros nombres y sin anunciarlo porque no me sentía maduro. Al cabo de dos años me encontré lo suficientemente curtido como para cantar mis historias. También marca mucho que haya cantantes tan horribles por ahí [ríe]. Teniendo en cuenta el nivel medio no lo hacía tan mal...
– ¿Has superado la timidez de tu anterior etapa?
– Más que timidez, es que se estaba muy tranquilo alejado de las presiones y del centro de atención. Ahora te ves delante de la gente y tienes que mantener la tensión. Te sientes más responsable a la hora de animar o desanimar al público. Está claro' que lo que más curte es la experiencia, se aprende como todo. Ahora no me encuentro tan incómodo como hace dos o tres años.
“Al principio lo pasaba fatal cantando, me moría de la vergüenza”
– ¿Mantienes la relación con José María Sanz (Loquillo)?
– Sí, pero de una manera distanciada. Las cosas están claras, cada uno sabe como piensa el otro y tiene un criterio diferente. El otro día estuvimos tocando en la sala Sidecar y Loquillo vino a vernos. Hablamos de tú a tú, yo ya no era el ex guitarra de los Trogloditas, sino un cantante con su grupo que habla con otro en las mismas circunstancias. Ahora veo que no estábamos tan unidos como creíamos. No nos vemos para tomar unas copas ni nada de eso, en todo caso si coincidimos en algún sitio lo llevamos de una manera civilizada.
– ¿La separación fue provocada por diferencias musicales o personales?
– Ambas cosas. Por un lado fueron musicales, cuando Loquilo comienza a ponerse smoking y a alucinar con Frank Sinatra. Aunque respeto mucho el jazz y todo ese rollo, a mí lo que gusta es el blues y el R&R, es lo que siempre quise hacer y no quería apartarme de eso. Por otro lado hubo diferencias personales, por la manera de enfrentarse al negocio. Él tiene claro que es una figura pública, por eso está continuamente inventando cosas para salir en los periódicos. Yo prefiero fijarme en el acabado del disco y si sale en la prensa, bien, y si no hacemos otro. Son diferentes perspectivas artísticas y casi éticas sobre cómo deben hacerse las cosas en el mundo de la música. Eran diferencias insalvables.
– ¿Qué nos cuenta Sabino a finales de los 90? ¿Ofrece su R&R de toda la vida o hay un artista con nuevas influencias?
– Sigo haciendo R&R y blues y creo que seguiré haciéndolo siempre. Nunca he pretendido innovar ni hacer música de vanguardia. Me gusta contar historias en clave de rock. Tengo un pequeño estudio en casa y cada vez estoy más interesado en los samplers y demás ventajas que ofrece la grabación digital. Veo que el blues y el R&R se pueden mezclar perfectamente con la tecnología sin que pierdan para nada su espíritu. Lo importante es que detrás esté el juglar, el que cuenta historias basadas en la realidad cotidiana.
“Loquillo y yo teníamos diferentes perspectivas artísticas y casi éticas”
– En "El día que murió Marcelo Mastroianni...”, ¿cantas temas de todas tus épocas o sólo de los últimos años?
– En general son canciones nuevas, la única concesión a los viejos tiempos es una versión del "Rock'n'roll Star" más crepuscular, más Velvet Underground.
– ¿Sabino Méndez y Los Montaña forman una alianza a largo plazo?
– Creo que sí. Por primera vez tengo una banda de amigos de verdad. Ellos son fans del R&R como yo: leen el Ruta, coleccionan discos, quedamos para tomar cervezas y hablar de música... Se han convertido en mis amigos más cercanos. Tenemos un pacto y aunque ellos hagan cosas por su lado y yo por el mío, supongo que cíclicamente nos juntaremos. Nos quedan muchos kilómetros por recorrer.
– ¿Estás en el mejor momento de tu carrera?
– No lo sé, pero en un momento dulce de mi vida, sí. Encontrar una banda como Los Montaña me parecía bastante utópico, porque los músicos son muy suyos. Encima han aparecido en mi propio pueblo. Fue lo que más me sorprendió después de tantos años bajando a Barcelona en busca de gente... Al salir de los Trogloditas dejé atrás mucho dinero y posibilidades, pero no estaba cómodo, no me gustaba el guion de la película. En cambio con Los Montaña me he encontrado con quien quería ser, he conseguido hacer la música que quería. Es un momento dulce, sí.
Publicado originalmente en FARO DEL OCIO (FV) el 22 de mayo de 1998